El gato de despensero
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El filósofo francés, François-Marie Arouet, conocido como Voltaire, acostumbraba decir que “el sentido común es el menos común de los sentidos”. Y la realidad le otorga la razón con mayor frecuencia de la que uno imagina. A una persona común y corriente no se le ocurriría poner al gato de despensero, a sabiendas que el felino pudiese poner en riesgo su propia alimentación si dispone de los productos puestos en custodia en una alacena.
No obstante, en el Perú suele ocurrir con mucha frecuencia que los ciudadanos colocan en puestos de gobiernos a “gatos de despenseros”, por no llamarlos directamente corruptos, a cuidar las arcas públicas. Después, los electores se suelen preguntar cómo es que terminan en dichas posiciones conduciendo el futuro de la nación donde lo único que aseguran es su propio bienestar, el de sus familias y su entorno amical o, como expresan los fiscales mediáticos, el crimen organizado.
Pero, los gatos de despenseros están por todas partes, un tiempo en el sector público y otro en el sector privado, a esto, los sectores del espectro político orientados hacia la izquierda denominan “la silla giratoria”. Cuando ocupan un cargo público autorizan y cuando dejan dicha posición cobran en el sector privado con una mirada siempre puesta en el confort de la posición de funcionario del estado.
No podriamos expresarlo mejor que a través de
esta lucida e inteligente opinión de Giancarlo Peralta y la analogía con cientos
de alcaldes ubicados estratégicamente como gatos despenseros en sus distritos
o provincias.
En nuestro amado Perú pasamos por este vía
crucis cada 4 años, donde debemos elegir a quien conducirá con su “gestión” los
destinos de nuestros distritos, al momento de elegir lo hacemos por gente que
tiene antecedentes, gente cargada de denuncias ante las fiscalías
penales o en su defecto acumulan juicios penales por delitos en agravio
del Estado, pero, somos nosotros mismos los que acallamos la voz de nuestra
conciencia diciéndonos “démosle la presunción de inocencia”, nadie es culpable
hasta que la justicia lo sentencie, en ese ínterin los gatos despenseros nos
están sacando la mierda a más no poder. Recordemos las palabras de Peralta:
“donde lo único que aseguran es su propio bienestar, el de sus familias y su
entorno amical o, como expresan los fiscales mediáticos, el crimen organizado”.
Pero, siempre el eterno pero, tal parece que la realidad no se condice con la fantasía del alcalde comeño, este sujeto nos tiene secos con sus actividades a cada cual más irrelevantes, colocación de primeras piedras, inauguración de pistas, pero ni una palabra sobre los informes OCI, sobre las llamadas de atención desde el Ejecutivo por no ejecutar los presupuestos para determinadas acciones, de eso nada, ¿pero es el alcalde responsable de los “errores” cometidos en la gestión o tal vez sea otra persona la responsable? Al respecto veamos qué dice la ley 27972:
ARTICULO 27.- GERENCIA MUNICIPAL
La administración municipal está bajo la dirección y responsabilidad del gerente municipal, funcionario de confianza a tiempo completo y dedicación exclusiva designado por el alcalde […]
Eso significa que las responsabilidades administrativas y penales le corresponden al funcionario no al alcalde, ¿será cierto eso? dice el dicho que para muestra un botón, veamos pues las portadas de un par de informes OCI de MUNICOMAS y veremos cómo se cumple lo de los gatos despenseros:
En nuestra próxima edición, los pormenores de las situaciones adversas encontradas en estos dos Informes de Control de la Contraloría General de la República realizadas a MUNICOMAS.